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Cuando las fuerzas estadounidenses se retiraron, en medio de la noche, a bordo de aviones que despegaron del aeródromo de Bagram, una base aérea estratégica en Afganistán, dejaron una variedad de insumos y equipos, de botellas de agua y bebidas energéticas a automóviles civiles y vehículos blindados.

Si bien mucho de lo que dejaron fue destruido, reportes de prensa sugieren que los talibanes que se apoderaron de Kabul y otras ciudades se hicieron al control de dispositivos biométricos militares de EE. UU. que podrían ser claves en la identificación de los civiles afganos que ayudaron a las fuerzas de la coalición.

Los dispositivos, conocidos como HIIDE, contienen datos biométricos de identificación, como escáneres de iris y huellas dactilares, así como información biográfica y documental, y se utilizan para acceder a grandes bases de datos centralizadas. No está claro qué parte de la base de datos biométrica del ejército estadounidense sobre la población afgana se ha visto comprometida.

HIIDE

HIIDE es el acrónimo de Handheld Interagency Identity Detection Equipment. El dispositivo está integrado con Microsoft XP y puede funcionar en el campo o conectado a una PC. También puede personalizarse agregando periféricos como un lector de pasaportes, un teclado o un mouse. Cada dispositivo puede almacenar hasta 22.000 perfiles biométricos completos, cada uno con dos plantillas de iris, diez huellas dactilares, una imagen facial y datos personales obtenidos de los documentos escaneados.

Si bien el ejército de Estados Unidos lo factura como un medio para rastrear a terroristas y otros insurgentes, los datos biométricos sobre los afganos que ayudaron a Estados Unidos también se recopilaron y usaron ampliamente en tarjetas de identificación, dijeron los medios que reportaron el tema.

Aunque es posible que los talibanes necesiten herramientas adicionales para procesar los datos de HIIDE, la preocupación de los militares estadounidenses es que reciban de Pakistán la ayude para lograrlo.

Nadie anticipó el problema

Por años, el ejército de EE. UU. ha utilizado dispositivos HIIDE en la guerra global contra el terrorismo y de hecho empleó datos biométricos en operaciones de alto perfil, como la que identificó y abatió a Osama bin Laden durante la redada de 2011 en territorio paquistaní. Según la reportera de investigación Annie Jacobsen, el objetivo del Pentágono era recopilar datos biométricos sobre el 80 por ciento de la población afgana.

En el pasado, el Departamento de Defensa ha tratado de compartir los datos biométricos recopilados por HIIDE con otras agencias gubernamentales como el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional. En 2011, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno criticó al Pentágono por “no hacer lo suficiente” para garantizar que estas otras agencias de vigilancia tuvieran fácil acceso a la información, advirtiendo que el ejército «limita la capacidad de sus socios federales para identificar a posibles criminales o terroristas».

Ahora que Afganistán ha caído bajo el control talibán, el problema que nadie anticipó es que Estados Unidos no solo recopiló información sobre criminales y terroristas; sino que parece haber creado una base de datos biométricos de afganos que colaboraron con los esfuerzos diplomáticos, además de los que trabajaban con el ejército. Unos y otros son ahora blancos de los talibanes.

Un artículo de febrero de 2020 publicado por el Ejército indicó que el servicio estaba “modernizando su tecnología de procesamiento biométrico” y había almacenado ya más de 1 millón de entradas en el Sistema de Identificación Biométrica Automatizada del Pentágono, o ABIS.

El presupuesto propuesto por el presidente Joe Biden para el Ejército en el año fiscal 2022 busca más de 11 millones de dólares para comprar 95 nuevos dispositivos de recolección biométrica que se sumarían a los utilizados en Afganistán e Irak o reemplazarían a los que ahora usan las fuerzas talibanes.

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