La Instax SQ1 es una cámara moderna, lo último de la japonesa Fujifilm. Pero al mismo tiempo, es un guiño nostálgico a la época de la fotografía instantánea, antes de los celulares con sus modos ‘ráfaga’ y sus fotos asistidas por inteligencia artificial.
Eso lo sabe bien la multinacional japonesa, que ha hecho de los productos relacionados con la fotografía su misión desde 1934.
Así, al abrir la caja se halla uno con un aparato liviano (390 gramos sin baterías) y, sobre todo, fácil de operar. Por eso, más que sus especificaciones, hablar de esta cámara es hablar de la experiencia de usarla.
Lo primero es la película. ¿Recuerdan cuando había que comprar película?En este caso se trata de un pack Instax Square que, de hecho, le da nombre a la marca y a las fotos su característica forma cuadrada.
Y como se usa película, cada disparo cuenta. O debería contar. Es necesario asegurarse de que la toma está encuadrada y la foto es la que se desea. de lo contrario, las diez hojas de papel fotográfico pueden irse más rápido de lo que se piensa.

En cuanto a ajustes no hay demasiado qué hacer. La lente retráctil (65,75 mm, F12,6) solo tiene tres posiciones. La primera equivale al OFF, con el objetivo cubierto y la cámara apagada.
La segunda es la que se usa para todas las fotos en un rango de 50 cm al infinito. Como el control de exposición es automático, el flash siempre se dispara.
La tercera posición es la del modo ‘selfi’, que soluciona la ausencia de una pantalla con un espejo convexo que, sorprendentemente, cumple muy bien su misión. Este modo se dobla y funciona como una especie de granangular para primeros planos.
La cámara se encarga de todo lo demás, con especial énfasis en la selección automática de la velocidad de obturación (entre 1,6 y 1/400 segundos).
Tomar fotos, por tanto, es increíblemente sencillo. Simplemente encienda la cámara, mire por el visor y presione el obturador en la empuñadura frontal de la cámara. Si está tomando una selfie, use el pequeño espejo en la parte frontal para encuadrar la toma.
Eso es todo.
Es, entonces, una sensación extraña, pero ciertamente agradable, volver a relacionarse de este modo con el carácter oportunista, efímero, de la fotografía.

Ese encanto se traslada a las fotos, incluso con sus imperfecciones. Si lo que usted quiere son docenas de escenas perfectamente iluminadas y procesadas, hay otras opciones. Pero si le satisface tener que esperar a ver qué imagen aparece sobre el papel, esta cámara podría ser la respuesta instantánea a sus plegarias,
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