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Con el nuevo curso escolar, muchos colegios, universidades y centros de formación profesional se vieron obligados a combinar la educación presencial y a distancia, en un ajuste que de seguro dejará efectos a largo plazo.

La firma de ciberseguridad Kaspersky compiló un listado de consejos para que los docentes puedan enfrentar el reto de la educación online.

Primero es la capacitación

Ya sea que se seleccionen de forma autónoma las herramientas para impartir las clases online – plataforma de videoconferencia, servicio de supervisión de exámenes o aplicación de mensajería- o que el centro educativo obligue a usar alguna plataforma determinada, es necesario conocer bien las capacidades y características de cada una.

Además de leer las instrucciones, es necesario familiarizarse con la interfaz y buscar en Internet las guías de configuración.

Aclare con el administrador la lista completa de recursos a los que puede acceder y usar para sus clases y aprenda a utilizarlos.

Es probable que el centro educativo tenga directrices sobre los servicios a usar por el profesorado y el personal, cómo usarlos y cuáles son ilícitos. 

Por ejemplo, puede existir una política que prohíba el uso de cuentas personales para fines laborales, o que obligue a todo el mundo a utilizar determinada aplicación de mensajería.

Deben conocerse todas esas reglas y requisitos, además de mantenerse al tanto de las normas de uso de los equipos proporcionados por el centro.

Así mismo, es importante informar a los estudiantes con antelación sobre cualquier requisito o restricción que les afecte también. Una buena práctica es poner por escrito estas normas. 

Herramientas, pero con límites

Las herramientas informáticas seleccionadas para llevar a cabo las clases deben resultar cómodas tanto para el profesor como para los estudiantes.

Un mayor número de ellas no significa necesariamente una mejor experiencia. Aunque el centro educativo proporcione acceso a un gran número de servicios, no significa que se tengan que utilizar todos.

Procure utilizar una contraseña única para cada cuenta. Por supuesto, todas estas deben ser fuertes, lo suficientemente largas y no demasiado obvias.

Evite escribir las contraseñas en un papel o guardarlas donde alguien pueda encontrarlas. Si resulta difícil recordarlas, se puede utilizar un gestor de contraseñas.

No habría que decirlo, pero evite compartir cuentas con varias personas. Cuantas más personas usen una cuenta, más vulnerable será. 

Un código de conducta para las clases

Al igual que en un entorno escolar tradicional es necesario un código de conducta (preferiblemente por escrito) en las aulas virtuales. Su seguimiento facilita a los profesores la realización de la clase y ayuda a los estudiantes a aprender el material con menos distracciones.

Por ejemplo, se puede acordar que, al comienzo de la clase, todos los alumnos tengan la cámara encendida por defecto, pero solo esté activo el micrófono del profesor.

También es conveniente definir un canal de back-up. Incluso los servicios más fiables fallan llegan a fallar y no sobra tener un plan de contingencia.

Para evitar tener que recuperar las clases, averigüe de antemano qué servicio usará su clase si el predeterminado no funciona.

Por ejemplo, si los alumnos no pueden poner en marcha Teams al comienzo de la clase, ¿deberían unirse a una llamada de Skype inmediatamente o enterarse del nuevo plan por WhatsApp?

La clave para que ese plan funcione es saber de antemano dónde reunirse.

En ese mismo apartado, debe respetarse la puntualidad. Diez personas esperando que empiece la clase es una pérdida de tiempo.

Más allá de situaciones excepcionales, una buena práctica es conectarse al servicio de videoconferencia varios minutos antes para asegurarse de que todo funciona correctamente y de que todos tienen a mano los documentos necesarios.

La buena noticia es que llegar tarde a un aula virtual no genera tanta molestia como llegar a un aula física después de que haya sonado la campana. Deje que cualquier rezagado se conecte sin comentarios.

Protección de las cuentas

La intromisión de un alumno (por ejemplo, la alteración de las notas) en la cuenta de un profesor, aunque grave, no debe suponer mayor preocupación. En el paisaje de la ciberseguridad, es un caso fácil de detectar y corregir.

Sin embargo, si hablamos de un ciberdelincuente, este podría obtener los datos personales de los alumnos, lo que podría acarrear consecuencias legales. Si el servicio lo permite, utilice siempre la autenticación de dos factores.

Las plataformas educativas y los servicios de videoconferencia son muy populares, y ahora más que nunca, y eso es algo que aprovechan los ciberdelincuentes.

Por eso es importante saber cómo distinguir los intentos de phishing de los correos oficiales y los mensajes de servicios legítimos. Los sitios de phishing suelen contener errores, diseños mal alineados y enlaces rotos, pero a veces los estafadores se las arreglan para crear páginas de phishing que son indistinguibles de las reales.

Observe la dirección del sitio web en la barra de direcciones del navegador. Si es diferente de la dirección del sitio web oficial del servicio, aunque sea una sola letra, no introduzca ninguna información personal en la página.

Protección de los dispositivos

Es necesaria una protección fiable en cada dispositivo utilizado para acceder a los recursos educativos – computadores, teléfonos inteligentes y tabletas. Algunos programas maliciosos pueden intentar propagarse a los dispositivos de los estudiantes. 

Además de una solución de software, es recomendable asegurarse de que el dispositivo tiene el bloqueo de pantalla activado. No hay nada peor que extraviar un aparato con acceso a sus cuentas y sin la protección elemental que da un PIN o una contraseña.

Esto es todavía más cierto si se trata de un dispositivo capaz de usar una red celular. Se hace, en ese caso, imperativo poner un bloqueo de la tarjeta SIM.

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