Por LEONARDO ANDRÉS NÚÑEZ
El primer día en la nueva oficina, mientras estrenaba un hermoso y moderno escritorio con un modelo en escala 1:32 del Batimóvil de Batman VS Superman junto al computador.
La mirada censuradora de la líder del Sistema Integrado de Gestión y Autocontrol, quien me daba la bienvenida entregándome la lista de todo lo que no podía hacer con y en el puesto de trabajo, so pena de recibir una amonestación.
Todo me decía en forma directa que ese objeto no podía estar ahí. Cuando le daba las gracias y ponía la lista en el borde de la mesa -sobre la caneca de basura-, saqué las figuras en la misma escala del carro, de un Batman y un Joker de universos diferentes.
Trece meses y veinte días después de esa mañana de marzo, recogía en una caja mis cosas de la oficina. Más bien en unas tres o cuatro cajas, pues tras el Batimóvil y sus acompañantes, más habitantes fueron llegando a ese pequeño ecosistema de ideas, decisiones, estrategias, cronogramas y sobre todo estrés.
A medida que acomodaba en sus empaques que nunca tiré, los Funko Pop de Superman, Batman, Spider-Man, Ironman, Black Panther y Groot iban buscando su lugar junto a lapiceros, agendas, libros y demás juguetes a los que nunca me referí como tales, sino que siempre llamé: “partners”.
Desde entonces han transcurrido setenta días, pues el aviso de confinamiento obligatorio emitido por el gobierno nacional me tiene, como probablemente a usted, desempeñando mis labores desde casa y en forma virtual.
Es solo, me dicen, hasta que sea seguro retornar a lo que solíamos denominar normalidad. Una pandemia nos ha acorralado a tal extremo, que la decisión global para proteger la especie, ha sido “cuidar la vida a costa de la propia vida”.
Sabias palabras, Groot
Comienza junio y observo la pantalla en blanco. Luego de un par de horas y varias tazas de café, dirijo la vista a Groot en busca de consejo.
En la penumbra lúcida de las dos de la mañana, sus profundos ojos negros pronuncian con sinceridad y osadía: “¡I AM GROOT!” y toda la galaxia se abre ante mi teclado para, en una sentada, hasta el amanecer, terminar el texto con todo lo que mi partner me susurró a grito entero.
Y es que eso es precisamente lo que sucede con ellos. Por eso el manual del sistema de gestión, que pareciese diseñado especialmente para bloquearnos, terminó en la caneca una vez su remitente dio la vuelta para salir de esa oficina, que hoy está entre las dunas del recuerdo.
Porque aquel visionario Marshall McLuhan, cuando predijo con su “el medio es el mensaje” una aldea global que hoy conecta a nueve décimas partes de la humanidad, también mencionó entre líneas que ese entorno que voy creando a donde sea que estoy produciendo algo, es nada y lo es todo con mis partners.
Cuando debo responder un correo electrónico, con el rabillo del ojo observo el traje púrpura y la sonrisa distorsionada de la figura tras la lata de estilográficas y pienso en qué diría Joker para contestar ese requerimiento.
Claro, eso es si el destinatario es algún jefe o superior… porque si se trata de un par o un subordinado, Batman siempre tiene algo para contar.
Los Funko Pops son perfectos para el brainstorming y todavía más efectivos cuando estando en videoconferencia, intimidan en formación cuando debo defender mi idea o brindan respaldo cuando apoyo a alguien.
Para largo
En cada crew existe el anciano al que todos acudimos cuando la decisión va más allá de nuestro alcance. Aquí ese rol lo tiene el viejo escala 1:18 de un Porsche 356B modelo 1961 color rojo, que un muy estimado amigo me obsequiase hace tiempo. Tanto tiempo, que el mismo Janis, como he dado en llamarle, ya lo olvidó y está seguro que desde siempre ha estado conmigo.
Él me da la luz en la densa agonía de la noche, para despuntar el alba de la inspiración. Y es Janis quien esta madrugada fresca, despuntando junio con toda la incertidumbre que me tiene reservada el tapabocas en tela estampada de Darth Vader, me dice entre una tos sospechosa que esto va para largo.
Ahí lo veo, conversando seriamente con el descabezado Optimus Prime que logramos rescatar de mi sobrino para que tome su lugar, porque ya ve la hora de su carrera final y su dueña original lo espera con una botella de Southern Comfort.
No puedo evitar las lágrimas y procuro una sonrisa, porque más que triste, estoy aterrado de todo lo que hay afuera de mi ventana y que se acerca cada vez más… como la inevitable “nada” que consumió el reino de Fantasía.
- Del gr. ἀγορά (agorá), ‘plaza pública’ y del gr. -φοβία (phobía), ‘temor’ .
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