No tiene mucho caso comenzar una nota sobre el coronavirus (que según determinó la OMS se denomina Covid-19) con cifras. Cambian todos los días y bien podría seguirlas AQUÍ.
Pero precisamente porque cambian, o debería decir, crecen, las cifras del coronavirus ofrecen una singular oportunidad para aprender lecciones que, si bien quizás no ayuden demasiado en esta epidemia, podrían probar ser determinantes en la próxima.
En el pasado, voces tan eminentes como la de Bill Gates han alertado sobre un hecho tan real como alarmante: No estamos preparados.
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En una charla en la Munich Security Conference, en 2017, Gates dijo: «Imaginen que en alguna parte del mundo hay una nueva clase de arma, capaz de matar a millones de personas, paralizar economías y sumir naciones en el caos».
Agregó: «Si fuera un arma real, haríamos cuanto pudiéramos para contrarrestarla lo más pronto posible. Pero con los agentes biológicos no sentimos esa noción de urgencia».
En otras palabras, Gates cree que la humanidad debe prepararse para las pandemias de la misma manera en que se prepara para la guerra.
El poder de los datos
Los científicos creen que, cuando la próxima potencial pandemia asome su feo rostro, podremos verla venir y, quizás, detenerla, con inteligencia artificial.
La IA ofrece la oportunidad de responder eficazmente a la amenaza de una pandemia porque es capaz de trabajar mucho más rápido que lo que logran los métodos habituales, en los que hay que hacer toda la investigación manualmente.
Las actuales plataformas de IA pueden alimentarse con decenas de millones de artículos académicos, conjuntos de datos y artículos de revistas especializadas.
En comparación, un investigador humano puede leer de 200 a 300 cada año.
La IA es buena para ‘peinar’ esas montañas de datos y hallar patrones que faciliten definir qué curso podría seguir la enfermedad en su propagación y qué tratamientos podrían funcionar.
En el caso del Covid-19, es una señal alentadora que los investigadores hayan logrado reproducir su secuencia genética en las primeras semanas de la epidemia.
Eso lleva a la comunidad médica a creer que, en la próxima década, podría pasarse de la etapa de definición a la de las pruebas clínicas en un lapso de entre 18 y 24 meses.
Eso es unas cinco veces más rápido que los métodos actuales.
El tiempo es esencial con agentes como el coronavirus, que en tan solo dos meses había infectado a alrededor de 75.000 personas.
La IA también es prometedora en la lucha contra enfermedades que ya conocemos. De hecho, se le atribuye un rol clave en el éxito de la lucha contra el ébola, para la cual fue ‘reclutada’ la supercomputadora Blu Gene/Q de IBM.
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